El factor Capella en la definición de la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo

AL MARGEN
Por Rubén Vizcaíno

El cabildeo entre los aliados del gobernador Carlos Joaquín y los diputados integrantes de la XVI Legislatura del estado fue más que intensa este fin de semana: el argumento central del mandatario a través de sus aliados es simple; entiende que los cuestionamientos a su Secretario de Seguridad Pública son necesarios, pero pide mesura “para tomar las medidas necesarias de corrección sin la limitante de exhibirse como sumiso ante la presión”.

El principio de autoridad, la máxima de que el gobernante no debe ceder ante la presión, porque hacerlo lo debilita y exhibe, parece ser la advertencia implícita en el mensaje.  La argumentación no incluye ningún beneficio económico para los legisladores, no hay soborno ni amenazas. Parece que Carlos Joaquín aprovecha para “medir” la intensidad de la relación con los diputados en la parte final de su gobierno.

Desde “fuera” del congreso local, el diputado federal Luis Alegre Salazar y la presidenta municipal de Benito Juárez, Mara Lezama intentan convencer a “sus” diputados de acceder a la petición del gobernador. El secretario de gobierno, Arturo Contreras hace lo propio con el coordinador de Morena, Edgar Gasca Arceo.

Al interior del congreso, la tarea le corresponde, básicamente, a Eduardo Martínez Arcila.  A el le toca lidiar con “Chanito” Toledo y el diputado de MAS, así como con los Verdes y Petistas, sin dejar de apuntalar las gestiones de los aliados externos.

Si se pretende “medir” el alcance y los avances del cabildeo, basta juzgar la reacción a “bote pronto” del diputado Luis Fernando Chávez Zepeda, Moreno de filiación y además presidente de la Comisión de Seguridad Pública, quién de manera impúdica se lanzó para servir de alfombra al gobernador, con argumentos tan pobres como el de “no hay varita mágica para resolver todo” y el apabullante que lo empina ante Jesús Alberto Capella, cuando dice que hay que darle más tiempo a su gestión.

Reitero mi convicción de que no es deseable el rompimiento y la intolerancia sistemática entre los poderes Legislativo y Ejecutivo: pero menos aún la subordinación grosera de cualquiera ante el otro.

Chávez Zepeda y los restantes 24 diputados deben estar consientes de la importancia de guardar las formas. Entender que la ciudadanía espera que sean el contrapeso del ejecutivo, sin que esto implique la denostación. No se trata de rivales, se trata de que los argumentos y la razón salgan a la luz y que se tomen las mejores medidas para sacar a Quintana Roo del bache en el que se encuentra.

La tarea es de todos, sin duda alguna, se trata de convencer, no de vencer y menos de someter. Falta ver si los factores en juego están o no a la altura de su responsabilidad con la historia.

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