2019, la prueba de fuego de Morena

Por Fernando Díaz Naranjo

Una lectura general de la elección celebrada el pasado primero de julio de este año, nos deja la impresión que el partido político Morena arrasó en la contienda electoral, sobre todo con los más de 30 millones de votos que López Obrador lograra en la elección presidencial que significaron poco más del 50% de las preferencias electorales.

Esto pudiera reafirmarse si analizamos con detenimiento la información electoral producida con la participación ciudadana registrada en las urnas, en donde encontramos que la coalición federal encabezada por Morena junto con el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES) lograron el triunfo en 20 de las 32 entidades federativas. Los estados en donde logró una mayor votación fue Tabasco, Tlaxcala, Quintana Roo, Morelos, Oaxaca, Nayarit, Sinaloa, Guerrero, entre otras.

De igual forma, la fuerza lograda por Morena tanto en la Cámara de Diputados como en la Cámara de Senadores le permitirá, con cierta facilidad, maniobrar una serie de estrategias respecto a sus objetivos políticos, sin embargo, el consenso siempre es la mejor delimitación que da altos índices de credibilidad para con la población, así que esperemos que, independientemente de la fuerza política alcanzada por Morena, al final, busque los acuerdos y consensos políticos adecuados en beneficio de la población que guarda una gran esperanza para su bienestar.

Muchos analistas hablan que esta avalancha electoral no tiene precedentes, pero si diseccionamos la información podemos observar algunos números nos dan otro panorama. Por ejemplo, la Ciudad de México. Morena con su candidata Sheinbaum logró casi el 50% de las preferencias electorales, sin embargo, no alcanzó los niveles logrados por Mancera en 2012 quien, con el PRD al frente, logró un posicionamiento contundente de más del 63%. Dos datos más: Jalisco y Guanajuato en donde Morena no logro el triunfo electoral este año.

Consecuentemente, vale la pena hacer la siguiente reflexión a manera de pregunta, ¿gran parte de los triunfos electorales de Morena se deben al fuerte empuje que López Obrador logró con la población o corresponden más a la fuerza de su partido político Morena?

Prueba de fuego
López Obrador es hoy Presidente Electo y pronto será nuestro Ejecutivo Federal y con ello, no podrá seguir en campaña y, mucho menos, hacer campaña en favor de Morena o de cualquier otro partido político. Su embestidura lo obliga a gobernar para todos los mexicanos, tanto para los que votaron por el cómo por los que no lo hicieron.

El año que entra, se llevarán a cabo cinco procesos electorales locales en los estados de Aguascalientes, Baja California, Durango, Quintana Roo, y Tamaulipas. En estas entidades se elegirán un total de 142 cargos. En Aguascalientes se renovará el ejecutivo local, así como las 11 presidencias municipales; en Baja California habrá elecciones para los 5 ayuntamientos y el Congreso local que integra 25 diputaciones; en Durango se renovarán los 39 ayuntamientos; en Quintana Roo el proceso electivo está dirigido a la renovación de su Congreso estatal (25 diputaciones), y en Tamaulipas también se renovará el legislativo local (36 diputaciones).

Esto significará, que Morena tendrá una dura prueba de fuego en materia electoral, ya que, sin la ayuda o intervención de López Obrador, tendrá que demostrar si es una auténtica fuerza política.

Por supuesto, que en las elecciones de 2019 influirá en mucho lo que López Obrador lleve a cabo en su gobierno, que, de entrada, empieza con altos índices de popularidad.

Estos factores serán fundamentales para el escenario electoral del año entrante y el resultado que obtenga Morena, sin duda, será un referente para ser medido como una auténtica fuerza electoral o bien, un apéndice de López Obrador.

A nuestro sistema de partidos, le conviene el fortalecimiento de estas instancias de interés público así que la elección del año entrante, cuya organización empezará antes de que termine este año, será un buen referente para medir la fuerza de Morena y, de paso, la recomposición del resto de las fuerzas políticas.

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