En Mai Mahiu, un pequeño pueblo rural en el suroeste de Kenia, ubicado a 50 kilómetros de Nairobi, llevaban semanas de lluvias intensas, inundaciones y temblores.
Pero el 18 de marzo algo distinto sucedió: la tierra comenzó a abrirse.
“Mi esposa empezó a gritar a los vecinos pidiéndoles que vinieran a ayudarnos para sacar nuestras pertenencias”, contó el keniata Eliud Njoroge este jueves a la agencia Reuters.
Desde entonces, la grieta en el piso de cemento de su casa no ha hecho más que extenderse, convirtiéndose en una de las tantas familias de la zona evacuadas.
“Las grietas corren casi en línea recta, así que puedes proyectarlas. Si ves una grieta dirigiéndose hacia ti, córrete de su camino”, dijo a Reuters el geólogo keniata David Adede.