Estados Unidos ha vivido este miércoles 14 de febrero, día de San Valentín, la última pesadilla de su imparable cadena de masacres con armas de fuego. En la tranquila localidad de Parkland (30.000 habitantes), a una hora en coche al noroeste de Miami (Florida), un exalumno expulsado por indisciplina ha abierto fuego en la escuela secundaria Stoneman Douglas dejando un reguero de sangre y espanto con al menos 17 muertos y 15 heridos, según ha informado la policía local. La masacre supera a la de Columbine (1999)donde hubo 15 muertos incluyendo a los dos tiradores adolescentes, estudiantes del centro.
Las balas empezaron a resonar pasadas las dos de la tarde hora local. Alrededor de hora y media después, el sheriff del condado de Broward, donde se encuentra Parkland, comunicaba que el tirador había sido detenido y trasladado en ambulancia a un hospital. El responsable de la masacre es el joven Nikolas Cruz, de 19 años y expulsado del Stoneman Douglas hace un año. Fuentes del Pentágono citadas por la agencia France Presse han asegurado que había emprendido un programa de entrenamiento militar junior.
El atacante disparó dentro y fuera del instituto –donde inició su matanza– con un rifle AR-15 e iba preparado con numerosos cargadores. Según el senador Bill Nelson, Cruz accionó la alarma de incendios y, tapado con una mascarilla, fue lanzando bombas de humo y acribillando a la gente que se iba encontrando en medio de la neblina que provocó. Posteriormente, salió del instituto camuflado entre los alumnos que huían del tiroteo.
Daniel Journey estaba en clase de música ensayando con el fagote, su instrumento musical de viento, cuando escucharon una alarma. “Pensamos que era un simulacro de incendio, dejamos de tocar y salimos al pasillo. Pero inmediatamente nos gritaron que nos metiéramos dentro del salón otra vez. Entonces creímos que era un simulacro de tiroteo. Otros alumnos entraron. Éramos unos 70, todos recogidos hacia el final del aula. Estuvimos unos 20 minutos allí parados pensando todavía que era un simulacro. Hasta que un compañero nos enseñó su teléfono y vimos que estaban matando gente en la escuela. Ahí empezaron los gritos”. Daniel, 18 años, alto y espigado, explicaba a las nueve de la noche en las cercanías del instituto Stoneman Douglas la experiencia de terror que había vivido en carne propia horas antes.
El asesino mató a 12 personas dentro de la escuela, a dos en el recinto exterior y a una en una calle cercana. Otras dos fallecieron en el hospital. Cruz, un joven descrito como solitario y obsesionado con las armas de fuego y los cuchillos, fue arrestado en el exterior del centro, a unos cientos de metros. Medios locales indican que el exalumno expulsado había despertado temores en el instituto por sus amenazas a otros estudiantes –hasta el punto de que se le habría prohibido entrar en el centro con mochila–. Ahora acudía a otro instituto de Broward. Imágenes del arresto lo muestran vestido con una camiseta roja, pantalones y botas negras, siendo inmovilizado en la calle por agentes de policía.
Según testimonios de alumnos y de un profesor del centro recogidos por medios locales, Nikolas Cruz había sido expedientado varias veces por su comportamiento problemático. Aunque en el aula era callado y respetuoso, en la vida social de la escuela era visto como un muchacho marginado que presumía de tener armas. Entre los estudiantes se comentaba que si algún día había un tirador en la Stoneman Douglas, ese sería Nikolas Cruz. “Muchos lo habían dicho”, comentó a una radio un estudiante que prefiró no dar su nombre. “Todo el mundo lo había previsto”.
Cuando empezó el tiroteo la escuela estaba cerca de terminar su jornada académica. El instituto Stoneman Douglas tiene alrededor de 3.200 alumnos. Es uno de las más concurridos del condado de Broward, una zona urbana acomodada del área metropolitana de Miami. “Es una situación terrible, un día horrible para nosotros”, ha dicho el director de escuelas del condado, Robert Runcie.
Inmediatamente después del tiroteo la escuela activó su código rojo de emergencia y multitud de agentes locales y federales llegaron al lugar. La persecución al tirador duró más de una hora. Las autoridades establecieron un perímetro de seguridad e impidieron que los familiares de los estudiantes se acercaran al área de riesgo, sobrevolada por helicópteros. En las imágenes de la televisión local, decenas de estudiantes salían del instituto con las manos en alto y en fila, escoltados por agentes armados con armas semiautomáticas y chalecos antibalas. Un número indeterminado de alumnos y profesores se quedaron atrapados en el interior de la escuela y recibieron órdenes de la policía de atrincherarse donde estuvieran, encerrados en las aulas y guarecidos bajo pupitres, hasta que llegasen agentes a auxiliarlos.
Grabaciones del interior del centro difundidas por redes sociales muestran escenas de pánico y gritos en medio del sonido explosivo de las ráfagas de disparos de alto calibre y una computadora solitaria, sobre una mesa de estudio, atravesada por proyectiles. En un vídeo al que ha accedido el Miami Herald se ve un cuerpo tendido en medio de un charco de sangre y alumnos saliendo de la habitación llorando y diciendo: “Dios mío, dios mío”, con los policías tratando de calmarlos y sacarlos afuera lo antes posible: “Vamos, vamos, vamos”.
Este miércoles por la noche las autoridades no habían publicado las identidades de las víctimas mortales y todavía trataban de confirmar las de cinco de ellas.
El presidente Donald Trump reaccionó en Twitter expresando sus condolencias y añadiendo: “Ningún niño ni profesor ni nadie más debería sentirse inseguro en una escuela estadounidense”. Según registros del FBI, desde la masacre de Columbine en 1999 hasta 2016 se había producido medio centenar de atentados o intentados de atentado con arma de fuego en escuelas de EE UU que dejaron 141 muertos. Incluyendo el tiroteo de Parkland, en el primer mes y medio de este año se han registrado 18 incidentes con armas de fuego en centros de enseñanaza.
El 6 de enero de 2017, hace poco más de un año, un tirador, Esteban Santiago Ruiz, mató a cinco personas e hirió a otras seis en el aeropuerto de la ciudad de Fort Lauderdale, a menos de una hora en coche de la secundaria Stoneman Douglas.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2018/02/14/estados_unidos/1518638962_648309.html