Por Miguel Lelo de Larrea
Puebla.~ también llamada Angelópolis, hoy se nota su franco avance en la Excelencia conservadora con sus exuberantes plazas comerciales y centros de negocios.
Francamente hablar de Puebla para mí, es empezar por esa gastronomía, como el mole
-secreto arrancado a las monjas clarisas- y el dulce típico que es el camote.
También es el reconocer su turismo religioso, con esas iglesias y templos sagrados que datan de la época colonial, además de su arte sacro son espacios de paz espiritual; no sólo en su capital poblana, sino en Cholula, con su base piramidal prehispánica. La más antigua de su tipo.
Pero hablar de Puebla y sus pobladores seria mencionar algunos de sus 217 municipios, en donde se han hallado los restos más antiguos del cultivo de maíz y camotes en la región de Tehuacán.
Desde la época virreinal, la ciudad de Puebla es estratégica, entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz de ahí también su creciente economía e importancia a nivel nacional.
Su industrialización textil y otras empresas, a promovido la migración de su gente trabajadora a Ciudades de México y Estados Unidos, hace más de veinte años.
Qué chula es. . . !
Por el lado romántico aún se puede observar “el ligue” (cortejo entre jóvenes mujeres y hombres) dando vueltas alrededor del kiosko del pueblo, ellas giran contra manecillas del reloj y ellos viceversa.
Si se gustan los coquetos, intercambian objetos como flores, pañuelos etc. Además aún se conservan usos y costumbres muy antiguas de vestimenta según el estatus social entre etnias.
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Los Fuertes de Loreto y Guadalupe, fortificados por el estratega teniente coronel y después general Joaquín Colombres; son aún, asombro de militares del país y extranjeros por su excelente geo posicionamiento, lo que evitó la invasión del 5 de mayo de 1862, cuando las tropas mexicanas con campesinos voluntarios (zacapuaxtlas) se enfrentaron al invasor pero experimentado ejército francés, obteniendo México, la victoria contundente.
Sus 9 Pueblos mágicos desde Atlixco hasta Zacatlán, verdaderamente te atrapan en lo místico de la naturaleza y respeto de la gente y sus construcciones adaptadas en armonía con el todo.
Estar allí, es irse otros mundos sin antros, pero llenos de humanidad, como patrimonio que nos invita a cuidar el entorno heredado y que tenemos que pasar a nuestros hijos y nietos.
Por eso hoy y para mucho tiempo,
Puebla de los Ángeles, Puebla de Zaragoza es. . . pueblo de todos.