A TIRO DE PIEDRA
Por Julian Santiesteban
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos
Eduardo Galeano
El triunfo de Mauricio Vila Dosal en la gubernatura de Yucatán tiene múltiples lecturas, pues una coyuntura multifactorial posibilitó la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que parecía dispuesto a prolongar el poder tras el trono de Ivonne Ortega Pacheco; por ello es que, además del fenómeno político que ha representado el joven mandatario, el hartazgo a las decisiones cupulares hicieron que el electorado yucateco se alejara de las malas decisiones cupulares, culminando la erradicación de cacicazgos que inició desde aquel lejano 2001.
La primera alternancia partidista a nivel de entidades federativas ocurrió en 1989, en Baja California, cuando el PAN llevó a la gubernatura a Ernesto Ruffo Appel, y en Yucatán llegó hasta el 2001, cuando fue elegido Patricio Patrón Laviada, pero mucho antes de eso el PAN ya había logrado triunfos en la capital, Mérida, pues de los últimos doce trienios, ocho han sido para el blanquiazul, incluyendo por cierto el que encabezara el ahora gobernador electo, de 2015 a 2018.
Por cierto, que el contendiente natural para Vila Dosal parecía ser Jorge Carlos Ramírez Marín, el único candidato tricolor en ganar cargos de importancia en Yucatán en este 2018, alcanzando la senaduría junto con su compañera de fórmula, Verónica Camino Farjat, pero los enfrentamientos con el cacicazgo de Emilio Gamboa Patrón, que pretendía imponer a su hijo, Pablo Gamboa Miner, hicieron que un tercero en discordia –y ligado a la ex gobernadora Ivonne Ortega Pacheco- resultara beneficiado; Mauricio Sahuí Rivera.
Justamente el triunfo de Ramírez Marín evidencia el hartazgo de los ciudadanos a las decisiones cupulares, pues mientras dieron un amplio margen –más de 26 mil votos de diferencia- al ahora senador electo, el fenómeno de voto cruzado dio el triunfo a Vila Dosal, por el PAN; pero además mostró la racionalidad del electorado al ubicar al candidato de Morena, Joaquín Díaz Mena, en un tercer lugar. Ese es el nivel de rechazo de una sociedad decepcionada de candidatos que generan amplias expectativas y hacen gobiernos poco menos que mediocres; contraparte, posibilitan el crecimiento de políticos como el ahora mandatario electo, que ha tenido un consistente crecimiento desde que fuera diputado local, justamente con base en los resultados logrados, pues Mérida, la capital que gobernó, tiene ya varios años considerada como la mejor ciudad para vivir de la República Mexicana.
Y es que la batalla no fue sencilla, pues así como Sahuí Rivera padeció los desgajamientos internos del PRI y cargó el desprestigio del gobierno Rolando Zapata Bello –recuérdense los escándalos de desabasto de medicamentos en el sector salud, a días de las elecciones-, Vila Dosal también enfrentó las llamadas “campañas de contraste”, que básicamente cuestionaban su origen, pues el futuro mandatario nació en el Distrito Federal, tratando con ello de “conquistar” a un electorado que, se supone, tiene preferencia por el arraigo, lo cual finalmente resultó un grave error, pues se olvida que Mérida tiene una alta tasa de inmigración; así que, quien pretendió dañar, terminó por darle el “empujón” hacia adelante; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra.
Así, de los tres estados que componen la Península de Yucatán, dos tienen ya gobernadores emanados del PAN; pues Carlos Joaquín González, en Quintana Roo –y quien por cierto, apoyó decididamente a Vila Dosal en su camino al poder- llegó también por esas siglas al cargo; sólo queda un solitario Alejandro Moreno Cárdenas, en Campeche, entidad que no tardará en caminar hacia la alternancia.
COMENTARIO MORBOSO
El escribiente ha señalado de manera permanente que la democracia demanda gobiernos con contrapesos y el de Yucatán será uno de ellos, pues aunque Mauricio Vila Dosal es ya gobernador electo, el PRI obtuvo el triunfo en 10 de los 15 distritos de mayoría y el PAN tres, de entrada, el tricolor no tendrá diputaciones plurinominales por el factor de sobre representación, pero la LXII Legislatura local, que entrará en funciones el 1 de septiembre próximo, demandará al gobierno en el poder la construcción de alianzas para la consolidación de sus planes de futuro.
En total, la bancada del PRI tendrá diez integrante; el PAN, seis (tres de mayoría y tres plurinominales); Morena, cuatro (uno de mayoría y tres de representación proporcional); Movimiento Ciudadano dos (uno de mayoría y uno de representación proporcional), y el PRD, PVE y Panal, tendrán uno cada uno; interesante conformación, por ello la construcción de mayoría legislativa será el primer gran reto del ahora gobernador electo; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.