La semana pasada Eduardo Almaguer, ex procurador y actual candidato del PRI en Guadalajara, comentaba a quien quisiera escucharlo que ante la realidad de que los votantes de su partido en la capital tapatía querían inclinarse por Andrés Manuel López Obrador, no había mejor alternativa que terminar por transmitirles que votaran a Morena en la presidencial pero que hacia abajo lo hicieran por el PRI. Un voto cruzado contra José Antonio Meade pero en favor de lo más urgente: la supervivencia del partido despúes del verano.
Esta conducta se está repitiendo, según pudo conocer LPO, en todo el país donde incluso algunos candidatos del PRI práticamente alientan el voto morenista aunque hace tres meses alegaban que el país podía convertirse en Venezuela.
Cada vez más lejana la posibilidad de un triunfo, en una campaña repleta de errores no forzados, el único horizonte que se revela es el de conseguir que si Morena gana la presidencia por lo menos deba negociar en el Poder Legislativo. Las ideas de Aurelio Nuño de los 20 millones de votos o el concepto de voto estructural en 28 puntos que defendía hasta hace un mes el presidente en encuentros en Los Pinos han quedado rebasadas por la realidad. Ahora se trata de evitar como sea que la nueva hegemonía que comienza a perfilarse arrase con el sistema. Esa es la gran urgencia aunque el senador Javier Lozano siga diciendo que Morena tiene un techo de 30 puntos. Más que un creyente, casi un ayatollah de la causa.
Este es el gran pedido del poder económico al PRI y sus candidatos: que México tenga un diseño similar al de EU tras el triunfo de Donald Trump, en el cual un virtual AMLO presidente esté en constante tensión con los otros dos poderes. La idea de un mandatario demasiado fuerte es inquietante para los hombres de negocios porque allí Morena podría realizar cambios matriciales y a gran velocidad.
Eruviel Avila, que hace una semana que no aparece en las reuniones del War Room tricolor, suele visionar que de ganar la presidencia, AMLO tendrá una centralidad hacia la cual se dirigirán fuerzas minoritarias como MC, lo que quede del PRD, figuras independientes de cierto peso e incluso actores que hoy reportan en el PRI, el Verde o el Panal. La única oposición será el PAN, cuyo liderazgo quedará en suspenso.
Es una visión valida y que sirve para entender la preocupación por asegurar alcaldías y cierto peso legislativo.
Fuente: La Politica Online