DESTRIPACUENTOS
Por Antonio Callejo
La vorágine de renovación en los rituales de cambio de gobierno, trascienden incluso a órganos que no necesariamente veían expirar sus periodos. Ha sido así en la breve historia de Quintana Roo y Montes de Oca no tiene por qué ser la excepción. Punto y aparte, donde es altamente probable que se extienda el mandato, es en el TSJ, en la persona del magistrado presidente Adolfo del Rosal
Cancún, Quintana Roo. – En términos de salud pública, un `hecho aislado´, se refiere a alguna patología o condición que es en algún momento del diagnóstico difícil de `conectar´ o interrelacionar con otros individuos, para argumentar su presencia como causa de una o una suma de variables.
Es como cuando alguien presenta contusiones y quizás fiebre alta como resultado de un fuerte traumatismo, que no es obviamente producto de un contagio o exposición a radiaciones prolongadas, por decirlo de alguna manera.
El paciente está poli-contundido y tiene fiebre por el golpazo o golpazos que le propinaron, y siendo un solo caso, se trata de un `caso aislado´. Al contrario, si se trata de un paciente que presenta síntomas que se repiten en otros individuos, entonces se infiere que hay un proceso viral o bacteriano que contagia a las personas, y lo que procede es revisar las probables causas, si son aéreas, por contacto directo o por ambas.
Cuando el fiscal general del estado, Óscar Montes de Oca, dice que es `un caso aislado´ la detención de un sujeto, tripulando una camioneta oficial, rotulada con las siglas de la Secretaría de Salud, con varios y voluminosos tambos sellados, con 200 kilos de marihuana, y que luego se confirma que está en la nómina como empleado de la dependencia, entonces el titular de la FGE está abdicando de su responsabilidad fiscalizadora, y entrando inmediatamente en una vorágine que exigirá su relevo del cargo.
¿Exagerado? No es así.
La coyuntura del cambio de timonel en el gobierno del estado, es decir, el proceso ritual de transición de un grupo político a otro en razón del agotamiento del sexenio, y el inicio del siguiente periodo (en este caso un quinquenio), genera una aspiración de cambio más profundo.
Y actitudes tan atípicas como la del fiscal, le van a colocar naturalmente bajo los reflectores de todos los análisis que expliquen este relevo en el Poder Ejecutivo.
Él lo sabe, porque justo así fue su llegada.
Antes que él, estuvo Miguel Ángel Cen Pech, un académico que no debería enseñar en su cátedra cómo inventar a un culpable, porque lo hace muy mal. Pero antes de Cen Pech, fungía como fiscal Carlos Arturo Álvarez Escalera, quien se supone que trascendería el sexenio de Roberto Borge, para permanecer en el del Carlos Joaquín.
Álvarez Escalera no pudo contra la crítica, combinada con la poderosa animadversión del gobernador entrante. Renunció porque sencillamente ya no tenía ningún reconocimiento.
Paso siguiente, Montes de Oca fue bienvenido con la alfombra roja de un cambio constitucional para modificar los años de residencia que le allanaron el encargo.
Se entiende que la nueva figura de las fiscalías les confiere una cierta autonomía, presuntamente imbatibles, incluso, al humor de quien encabece el Ejecutivo o al Poder Legislativo.
Pero la realidad no es tan aséptica.
En este momento está la percepción de que Montes de Oca no sólo no da el ancho para la grave problemática de procuración de justicia y resolución de carpetas de investigación.
Casi 700 muertos sin identificar y un número, quizás no igual pero sí cercano de asesinos sueltos, no hablan bien de un fiscal que pretende hipnotizar a los ciudadanos para ver `un caso aislado´ como el que relatamos arriba.
La remoción del fiscal va a ser un tema que va en `crescendo´.
Dos diputados electos a la próxima Legislatura, Julián Ricalde y Hugo Alday, ya abordaron el asunto y el fiscal mandó decir que poco o nada le interesa, `que cada quien piense lo que quiera´. Se supone que su mandato termina en el 2027.
Se supone.
En el gobierno que encabezará Mara Lezama, se alienta como hilo conductor que los quintanarroenses son suficientes y capaces para cualquier encomienda. En contraste con el relato discursivo que vino el fiscal de la CDMX a Quintana Roo.
Es parte de los proceso rituales de renovación del poder.
Con la llegada de Carlos Joaquín, en su momento, se renovaron otros órganos que no necesariamente expiraban sus periodos, como la Auditoría Superior del Estado, la misma Fiscalía General y meses después, pero siempre en esa tónica de armonización con el humor del Ejecutivo, el Tribunal Superior de Justicia.
Antes, con Roberto Borge, con Félix González, con Joaquín Hendricks… siempre ocurrió lo mismo.
No se trata de un caso aislado.
Como el del empleado que solito se dio permiso para manejar una camioneta sin resguardo ni supervisión, que solito cosechó o compró 200 kilos de marihuana, que solito los empaquetó y cargó a la batea del vehículo, que solito dirigía su cártel del narcotráfico a la sombra de recursos públicos, y que solito se empleaba en la Secretaría de Salud.
Ese si es `un caso aislado´. O de marihuana medicinal, pero experimental, pero clandestina.
PUNTO Y APARTE, ADOLFO DEL ROSAL SE ENCAMINA A SU REELECCIÓN
Y a contracorriente del relato de esta columna, porque también hay excepciones en la historia, están los casos en donde hay empatía y ningún rechazo para la permanencia de ciertos cuadros sólidos y con una imagen irreprochable.
Es el caso del actual presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), Gustavo Adolfo del Rosal Ricalde, quien fue electo de manera interina para un periodo de siete meses, de enero a agosto de este año.
El magistrado presidente construyó una mayoría contundente para llegar a ese encargo, y cuenta con amplio respaldo para ser electo a un periodo regular.
Hay que hacer notar que Adolfo del Rosal, chetumaleño de nacimiento, tiene una conexión especial con la Zona Norte, donde también ha trabajado y residido, y sin mayores aspavientos, cuenta con una excelente relación con la gobernadora electa.