“La nota rosa”
Por Flora Tapia
Desde el inicio de su administración el presidente López Obrador ha sido enfático respecto a someterse a la voluntad del pueblo que lo eligió, y la revocación de mandato es ahora la carta más fuerte para el mandatario que, a mitad de su gobierno, necesita más para sí mismo que para beneficio del país, saberse respaldado por el electorado que le llevo a la presidencia de la república. La revocación de mandato tiene origen en Suiza en 1862, cuando el pueblo argoviano revocó el mandato del parlamento cantonal, por decisiones a favor de una comunidad no cristiana. La alta efectividad de sus sistemas de justicia y de rendición de cuentas, permite a los suizos. que los casos de corrupción en su política se resuelvan judicialmente.
La revocatoria de mandato en nuestro país,que en un inicio el presidente propuso realizarla cada dos años, finalmente se acordó para la mitad de su gobierno, fungirá como una válvula emocional para canalizar la inconformidad popular. El presidente Obrador medirá de nuevo su poder de convocatoria que tendrá también efecto en las campañas a las gubernaturas de los estados y le dará una mirada al 2024, de no favorecerle el resultado de la votación, podrá culpar al INE y tendrá el pretexto que necesita para desaparecerlo, si gana, exaltara el ejercicio democrático quesólo gracias a él los ciudadanos pudieron tener.
La construcción de la política electoral ha sido una constante de su gobierno, promueve una inequidad electoral y quiere una constitución obradorista, el presidente quiere el derecho constitucional de hacer campaña permanentemente. Mucho se ha especulado si la revocación de mandato abre la puerta para la reelección de López Obrador, en 2019 firmó una carta compromiso de no reelección, consideró que bastaban seis años para desterrar la corrupción y la impunidad, y consolidar la Cuarta Transformación de la vida pública del país, reiteró que él es maderista y partidario de los principios de sufragio efectivo no reelección.
Evidentemente el mandatario cuenta con el triunfo en la revocación de mandato, nunca ha jugado para perder y seguramente Manuel Bartlett le susurra al oído que lo que se pierde en el terreno político siempre puede arrebatarse en el electoral. Lo que se juega con este ejercicio democrático es la sucesión presidencial de todos los futuros sexenios, en donde López Obrador siempre tendrá la última palabra.