A TIRO DE PIEDRA
Por Julian Santiesteban
Nadie debe cometer la misma tontería dos veces,
la elección es suficientemente amplía
Jean Paul Sartre
Con 95 millones de electores, 8 partidos nacionales y 54 locales competirán a partir de este lunes por obtener la mayor cantidad de los 21 mil cargos de elección popular que estarán en juego, ante la declaratoria de inicio del proceso comicial más grande en la historia de este país; con una autoridad atacada desde el poder y una pandemia que representará un doble esfuerzo para convencer a los ciudadanos de acudir a las urnas el 06 de junio de 2021.
En un país que se reinventa cada sexenio, tener elecciones federales y 30 locales de manera concurrente representará un reto, no sólo por la cantidad de cargos en disputa y la poca credibilidad de los ciudadanos hacia los partidos y actores políticos, sino por los anticipados recortes presupuestales anunciados para la organización de los comicios y los ataques al Instituto Nacional Electoral (INE) por parte del mismo presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien ha cuestionado la imparcialidad de esa institución; además de señalamientos que se han acentuado en la última semana, ante la negativa de otorgar registro como partidos nacionales a varias organizaciones que aseguran haber cumplido los requisitos legales.
Pero el descrédito real lo tienen los partidos y los políticos, quienes politizan toda la agenda pública sin que los problemas nacionales tengan solución de fondo, desde este lunes y hasta el 06 de junio son 40 semanas, 298 días en que los contendientes aducirán falta de equidad, inobservancia de las normas, precampañas adelantadas no sancionadas, gastos excesivos y no reportados, entrega de dádivas no permitidas; pero ninguno de ellos ha impulsado reformas lo suficientemente afinadas para impedir que ello ocurra, porque todos tienen la esperanza de que, llegando al gobierno, aprovechar todas las “lagunas” existentes para perpetuarse.
Todos atacarán al gobierno federal y sus respectivos estatales, prometerán que harán administraciones diferentes si son favorecidos con el sufragio; magnificarán los yerros y, con una memoria extremadamente selectiva, pondrán frente a los electores lo que consideran mejor de las gestiones que les ha tocado encabezar. En esta dinámica de elegir “al menos malo”, los mexicanos hemos transitado décadas, con una profunda abulia de propuestas reales que se transformen en políticas públicas eficaces. Lo importante para ganar es “enlodar” lo suficiente al contendiente, para verse lo más “limpios” posibles, aunque en el fondo se trate de la misma desprestigiada clase política nacional.
Por cierto, por primera vez los diputados federales podrán buscar su reelección, así que, prepárese porque si en estos casi tres años no ha conocido al legislador que, se supone, lo representa, muy probablemente se le aparezca frente a su domicilio para pedirle de nuevo el voto; a pesar de los magros resultados de los de oposición y la nada concretada Cuarta Transformación Republicana. De plano, ni por cuál optar.
En Quintana Roo el padrón electoral es de un millón 292 mil 583 ciudadanos (con corte a diciembre de 2019), y aunque el proceso local iniciará hasta enero de 2021, el Instituto Electoral de Quintana Roo (Ieqroo) –este sí con un descrédito ganado a pulso por su servilismo al poder- hará tareas de “acompañamiento” con el INE, para culminar en la renovación de las once presidencias municipales. Nueve de ellos pueden buscar su reelección. La Decisión del 2021 es suya.
Así, prepárese el lector para recibir miles de promocionales en los que le prometan un mundo mejor, incrementos salariales, mejoras en la seguridad y servicios públicos; pero sobre todo mentalice que veremos convertidos en spots de campaña los videos de corrupción y los escándalos del pasado y el presente, con una autoridad electoral permanentemente cuestionada, con “un pie en el cuello”, acotada por los apetitos de poder presidenciales y de una clase política voraz, cuyo objetivo es mantener así a los órganos comiciales, porque así les funcionan, porque la imperfecta normatividad posibilita la trampa y el juego sucio; esa es la democracia nacional.
COMENTARIO MORBOSO
El segundo año de la XVI Legislatura ha comenzado y, aunque visos de confrontación sí existen, tanto el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política (Jugocopo), Gustavo Miranda García, como de la mesa directiva, Eduardo Martínez Arcila, han manifestado que existe voluntad entre los legisladores y sus respectivos coordinadores para dejar atrás el rezago legislativo y lograr acuerdos que no se alcanzaron en el primer año de ejercicio. Interesante el discurso, lo difícil será llevarlo a la realidad, sobre todo considerando la cercanía de las elecciones en 2021, pues en estas coyunturas suele enrarecerse el ambiente y aflorar las diferencias políticas.
Y es que, aunque el Observatorio Legislativo Ciudadano presentó la semana anterior el ejercicio denominado “Diputómetro”, en el que se destaca que fueron cientos de iniciativas las presentadas en el primer año de la XVI Legislatura, este sábado fue aprobada apenas la segunda ley, desde que iniciaron gestión. Ha habido modificaciones a normas, exhortos lanzados y puntos de acuerdo, pero muy poca efectividad en el producto final. Por cierto, de acuerdo al documento señalado, cada legislador gana cada año tres millones 875 mil 701 pesos –sin considerar “otros ingresos” of course.-
Dado el antecedente del primer año, no debiera resultar difícil superar los resultados, esperemos que pasen los informes de gobierno y comparecencias –virtuales o presenciales- de los miembros del gabinete para el análisis de la glosa, y entonces podrá observarse si las buenas intenciones se traducen en anheladas realidades; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.