Por Anwar Moguel
Con una mirada cansada y voz trémula, muy diferente al tono seguro que solía tener frente a los micrófonos de radio, la alcaldesa de Cancún, María Hermelinda Lezama Espinoza, “Mara”, como le gusta que la llamen, se confesó con su círculo más cercano:
—Me siento insegura—, sentenció la novata política, y dejó correr ante sus colaboradores el alud de dudas que la han inundado en las últimas semanas alejándola del sueño —de por sí distante— de contender por la gubernatura enfundada en los colores de Morena en el 2022.
Impávidos, sus más cercanos seguidores escucharon de la propia Mara que ya no seguirá con la estrategia para “posicionar” su imagen más allá de las fronteras del municipio cancunense y que mejor se va a enfocar en la potencial reelección para el 2021.
No se equivoca la impopular alcaldesa al recular en una lucha que la supera. Sí, es cierto que gobierna la demarcación más poblada del estado que alberga a más de la mitad de los votantes, pero eso no es necesariamente bueno.
Y no lo es, porque a pesar de lo que invierte en publicitar su imagen y la de su gobierno ni siquiera logra ser profeta en su tierra: la mayoría de los cancunenses la reprueban en todas las encuestas.
En noviembre del año pasado, una encuesta de la encuesta Massive Caller la colocó en la posición 84 de 100, un lugar nada honroso para la presidenta del destino turístico más importante de latinoamérica. Por supuesto, no es la única donde la alcaldesa más “fifí” de Morena está por los suelos. Apenas hace un par de semanas una nueva medición, esta realizada por Mitofsky, la colocó en el lugar 59 de 60, con una aprobación menor el 20 por ciento. ¡De pena!
Pese a sus malos números, Mara Lezama dentro de su burbuja de elogiadores tenía otra visión, y hasta diciembre pasado conservaba el empuje y la idea de que la gubernatura era una posibilidad real. Hasta que el propio Andrés Manuel López Obrador le dio el primer golpe al sueño al no aceptar una reunión con la alcaldesa en su reciente visita, la que incluso tuvo que literalmente corretear al mandatario nacional en el aeropuerto para entregarle una medalla conmemorativa “Cansu Cunju”, o sea, del 50 Aniversario de Cancún.
El mismo personaje que alimentó su ambición política, le dio la espalda. ¿Acaso habrá sido por los excesos de la alcaldesa? ¿Por el escándalo de la compra poco clara de lujosos vehículos Mercedes Benz para su esposo e hijo? ¿O por el más reciente balconazo de que se fue a vacacionar con todo y familia a destinos nada baratos en el extranjero so pretexto de un viaje de trabajo, con cargo al erario, of course?
Cual haya sido el motivo, el hecho es que la frialdad de AMLO caló hondo en la alcaldesa y resquebrajó su sueño guajiro, provocando que, al menos en privado, tirara la toalla en un combate que todavía está por empezar.