Cuatro zonas turísticas del país enfrentan una crisis de inseguridad. De 2018 a la fecha, los homicidios dolosos han repuntado en diferentes destinos turísticos, principalmente en las zonas costeras del Caribe mexicano y del Pacífico, en la zona fronteriza del noroeste del país y en el corredor del Bajío. Si no se atienden oportunamente, estas dinámicas de violencia podrían afectar la bonanza del sector turístico registrada en los últimos años.
Este breve diagnóstico presenta cuáles son los destinos turísticos más afectados por la inseguridad en los últimos meses, así como el tipo de delitos de alto impacto con mayor recurrencia.
Un sector estratégico en riesgo
El turismo en México es una de las principales fuentes de ingresos del país, ya que representa un 8.7% del Producto Interno Bruto nacional y genera cerca de 4.2 millones de empleos formales. Esto significa que nueve de cada 100 empleos formales en el país son generados por el sector turístico.
La cantidad de empleados en el ramo del turismo ha alcanzado sus máximos históricos en 2018. Desgraciadamente, la violencia también golpeó a los puntos turísticos más importantes, a tal grado que algunos países han emitido recomendaciones a sus turistas para no visitar ciertas zonas de México.
Problemas en el paraíso
La Secretaría de Turismo cuenta con una lista de los principales destinos turísticos del país agrupados por su tamaño poblacional. Algunos son considerados grandes, como Tijuana, Juárez, Guadalajara, Monterrey; y otros, medianos, como Manzanillo, Acapulco, Benito Juárez (Cancún), Irapuato.
Los destinos turísticos medianos con mayores índices de violencia homicida se concentran en cuatro regiones: las zonas costeras del Caribe mexicano y del Pacífico, la zona fronteriza del noroeste del país y el corredor del Bajío[4]. Los 10 municipios turísticos medianos con las tasas más altas de homicidios son:
Preguntas clave:
- ¿Cómo se relaciona esta violencia con otros delitos?
En algunas ocasiones los homicidios vienen acompañados de otros delitos, dando una señal de que los criminales operan en varios rubros. Esto es especialmente preocupante cuando se trata de delitos de alto impacto[5]. Los municipios que presentan una correlación alta y significativa entre los homicidios dolosos y los delitos de alto impacto son Juárez (Chihuahua), Mazatlán (Sinaloa), Salamanca (Guanajuato), Benito Juárez –Cancún– (Quintana Roo), Los Cabos (Baja California Sur), Culiacán (Sinaloa), San Miguel de Allende (Guanajuato), Ahome (Sinaloa), Bahía de Banderas (Nayarit) y La Paz (Baja California Sur).
- ¿Qué efectos puede tener la violencia en las zonas turísticas?
Un destino turístico azotado por la inseguridad dejará de ser atractivo para turistas nacionales y extranjeros, quienes se dirigirán a otros lugares con una percepción de riesgo menor. Este cambio de hábitos de consumo puede afectar gravemente la actividad económica de una región. De hecho, el fenómeno puede convertirse en un círculo vicioso: una baja en el número de visitantes de un destino agudizaría su particular problema de inseguridad, ya que el cierre de restaurantes, hoteles y demás negocios provoca escasez de empleo y deterioro social generalizado.
- ¿Cómo atender la inseguridad en las zonas turísticas?
El gobierno federal ha apoyado a los destinos turísticos con transferencias económicas orientadas a reducir los niveles de inseguridad. Los 10 municipios turísticos con la mayor tasa de homicidios, y que a su vez se encuentran en las cuatro zonas turísticas antes mencionadas, han recibido recursos del subsidio para el Fortalecimiento del Desempeño en Materia de Seguridad Pública (Fortaseg) durante los últimos años.
La actual administración apuesta por seguir apoyando de esta forma a las zonas turísticas afectadas por la inseguridad. Por ello, la nueva fórmula para seleccionar a los municipios beneficiarios por el subsidio Fortaseg incluye, como uno de sus cuatro criterios, a las ciudades de más de 50 mil habitantes que posean un índice de especialización turística.
Sin embargo, en 2019 sólo Manzanillo y Zihuatanejo recibieron más recursos provenientes de este subsidio en comparación con los años anteriores. Los ocho municipios restantes recibieron menos presupuesto. De cualquier forma, las transferencias federales por sí mismas no han sido suficientes para atender el problema de violencia de estas zonas turísticas. Sería deseable que la estrategia de seguridad incluyera otras acciones, como:
- Promover asociaciones entre empresarios y trabajadores del ramo turístico para que se apoyen entre sí y puedan canalizar efectivamente sus demandas de seguridad.
- Generar alianzas entre gobiernos locales, empresarios y organizaciones de la sociedad civil para diseñar y operar intervenciones que ayuden a reducir y prevenir los delitos de alto impacto. La participación de los trabajadores del sector turístico, así como la de las comunidades, es clave en este proceso.
- Fortalecer las capacidades de investigación y prevención de las policías locales mediante el uso de herramientas de análisis espacial y de la metodología de solución de problemas (POP).
- Reforzar los mecanismos de vigilancia en periodos vacacionales para garantizar la integridad de los turistas, tanto nacionales como extranjeros.
Por último, hay que recordar que, además de las estrategias de seguridad, es necesario un desarrollo económico sostenible en las regiones turísticas del país. En este sentido, una inversión mayor en la infraestructura urbana y de servicios debe reflejarse en una mejor calidad de vida para los habitantes.
En suma, si descuidamos la seguridad de nuestros destinos turísticos ponemos en riesgo uno de los principales motores de la economía del país, generador de empleos y detonador de inversión.
Fuente: México evalúa