Aunque la Casa Blanca esté vacía, con el presidente y su círculo más íntimo aislados en Delaware, hay alguien que mantiene una agenda frenética. El viernes, la vicepresidenta, Kamala Harris, hizo una breve parada en una nueva heladería que una famosa modelo ha abierto en Washington. Este sábado, viajó a Cape Cod para una serie de reuniones políticas. El martes dará un mitin sola en Wisconsin, un estado disputado. Para el partido, el mensaje está claro: se prepara para una retirada de Joe Biden.
El presidente sigue atrincherado, pero se le van agotando las opciones. Cada día van saliendo nuevos comunicados, a decenas, de demócratas en el Capitolio que le piden, con idénticos términos, que «pase la antorcha». Nancy Pelosi, la que fue presidenta de la Cámara de Representantes, juega un juego que domina a la perfección, el de movilizar las huestes de su partido. Lo ha hecho durante décadas. Su intención, filtrada por su equipo a medios americanos, es que Biden ceda y se vaya con dignidad.
El viernes fueron dos senadores y diez diputados. En total, han pedido un relevo públicamente más de 35. Ese grupo seguirá aumentando si el presidente no cede. Hay en la Cámara de Representantes 212 demócratas, y en el Senado, 50. Este año se renueva la primera en su totalidad, además de un tercio del segundo. Muchos de los diputados y senadores que piden la marcha de Biden vienen de distritos y estados muy disputados, y temen que una derrota de su partido como la que vaticinan las encuestas les cueste el cargo.
Ahí es donde entra en juego la operación Harris. Algunos demócratas planean un cambio rápido, confiando en que la vicepresidenta suba en popularidad al encabezar la candidatura, respaldada por un número dos que refuerce su perfil. Una senadora influyente, considerada a la izquierda del partido, Elizabeth Warren, de Massachusetts, dijo este sábado que estará tranquila si Biden decide irse, porque «la vicepresidenta Harris está preparada para tomar el relevo». Lo dijo durante una entrevista en la cadena de televisión MSNBC.
Una nueva encuesta de NORC para la agencia Associated Press halló que alrededor de seis de cada diez demócratas creen que Harris sería una buena presidenta. Aproximadamente dos de cada diez demócratas no lo creen, y otros dos de cada diez dicen que no saben lo suficiente para opinar. Un sondeo previo de la misma casa halló que ocho de cada diez creen que el presidente Biden es demasiado mayor y debe retirarse de la candidatura lo antes posible.
Esos detalles, junto con las muestras de deterioro cognitivo y físico de Biden, han dado razones a los republicanos para pedir su marcha. El nuevo candidato a vicepresidente con Trump hizo lo mismo ayer, en su primer mitin con el expresidente en Míchigan y en un mensaje previo en redes sociales, en el que alertó de que un Biden debilitado no debería seguir presidiendo la primera potencia económica y militar.
En el otro extremo, la izquierda del Partido Demócrata ha ido cerrando filas con el presidente, al que hasta hace unas semanas criticaban como un militarista amigo de Israel y ciego al sufrimiento del pueblo palestino. Es llamativo que dos de sus mayores defensoras sean la diputada neoyorquina Alexandria Ocasio-Cortez y el senador Bernie Sanders, del estado de Vermont. En su caso, el escaño no corre riesgo alguno, y una derrota de su partido en las elecciones de noviembre no les afectaría de forma tan directa como a otros diputados o senadores en estados disputados.
Negativa airada
La campaña de Biden, que al fin y al cabo trabaja para el presidente y cuyos empleados dependen de que este se mantenga, niega airada que una renuncia sea inminente. El presidente ya ha dicho que la semana entrante volverá a hacer campaña. El famoso presentador David Letterman va a organizarle una cena con donantes y políticos de u partido en Massachusetts. Antes, dará mítines y volverá a la Casa Blanca.
Algunos demócratas creen que este relevo sería un proceso más fácil si la vicepresidenta Harris se convierte en la candidata de forma automática, ya que tiene experiencia probada en elecciones, puede hacerse fácilmente con los 91 millones de dólares del fondo de campaña de su jefe y ayudará a volver a unir a la base del partido, que está ansiosa por recuperar el apoyo de los votantes negros e hispanos.
Pero otros no creen que pueda ganar, especialmente en estados clave como Wisconsin y Míchigan. Recuerdan esas mismas fuentes que es menos popular que Biden y que, además, ya perdió unas primarias en el año 2020. La vicepresidenta, mientras tanto, mantiene el silencio sobre el posible relevo.
Fuente: ABC Internacional