LA NOTA ROSA
Por Flor Tapia
El desinterés de los jóvenes en participar en la vida política de nuestro país se genera por la deslegitimación de las instituciones y de los partidos políticos. La militancia política juvenil es mínima, y no porque falten jóvenes brillantes que puedan aportar ideas frescas a una política mexicana desgastada y corrupta, sino porque no se les permite participar. Contradictoriamente, a pesar de la desafección que tienen por participar políticamente, las redes sociales les permiten opinar sobre ella. Esta complejidad ha permitido que personajes como el político más verdedel Partido Verde, Pablo Bustamante, cuyo único mérito del que puede presumir, es ser amigo de alguien que es amigo de Jorge Emilio González (dueño aún del partido) suba como la espuma en el ámbito político de Quintana Roo. De la noche a la mañana lo hicieron regidor, en donde, sin tener la menor idea de lo que tenía que hacer, apostó a ser déspota y verse bonito.
Sin perder tiempo lo hicieron dirigente de estatal del partido, donde tampoco aportó nada que no fuera el cansado acento fifí, diría el presidente López Obrador, y que es sello de los niños verdes. Ahora, a pesar de carecer de experiencia (requerimiento vital para ser un poli junior verde), maneja un presupuesto de 1000 millones de pesos en la Secretaría del Bienestar en Quintana Roo, y puede darse el lujo de hacer proselitismo a su favor con el programa social “Mujer es vida” que implementó el gobierno estatal, con recursos públicos, y que se creó con la intención de ofrecer apoyo económico a mujeres en franca pobreza, a través de paquetes de alimento y tarjetasmonetarias (convenientemente de color verde) para compra, incluso de medicamentos.
Que Pablo Bustamante forme parte del “cártel del despojo”, junto con Gustavo Miranda y familia, no fue objeción para entregarle la Secretaria de Desarrollo Social (SEDESO). A los enamorados ojos de Morena, que dichos beneficios sociales sean principalmente para operadoras políticas del Verde, no para mujeres que pepenan en las calles de todo el estado, la mayoría de las veces con sus niños pequeños bajo el sol, buscando entre la basura algo que poder vender o comer, tampoco es reprobable. Ese escenario estáalejado de la realidad que viven los políticos verdes. No les importa. Provienen de una dinastía cruel y voraz.
Un estado sano conlleva políticas de desarrollo humano, una sociedad participativa, una rendición de cuentas del recurso que no genera el gobierno, pero que recibe de la ciudadanía para gastarlo. La pobreza se define y mide como el porcentaje de población que está por debajo de una línea llamada umbral de pobreza, sin embargo, esto es referente sólo a lo monetario, pero en los últimos años la comprensión de desarrollo engloba capacidades y libertades. En este contexto la desigualdad de oportunidades de cada individuo afecta su dignidad y capacidad para su progreso. Los programas sociales son perversos porque no ayudan a superar la pobreza, merman el crecimiento económico y la productividad de un país,aumentan la pobreza, generando, eso sí, votantesseguros.
En 2022, un estudio de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas) expuso que las mujeres en Méxicodedican más de 48 horas a la semana a trabajos mal remunerados y ocupan puestos de menor calidad y con altos déficits en seguridad social. La entrega de dádivas que desde hace años realiza el Partido Verde, es la única manera de ganar, utilizando a la mujer para sus juegos políticos, con el propósito de explotar su necesidad, sin mejorar sus condiciones de sus vidas o la de sus hijos. Se trata de generar empleos y educación, fortalecer instituciones (las pocas que quedan) y fomentar una economía saludable, no de regalar dinero.
Además, resulta comprometedor y peligroso para laadministración de la actual gobernadora del estado, Mara Lezama, un individuo como Pablo Bustamante,que deliberadamente viola el Artículo 134 Constitucional, que menciona “que los servidores públicos de la Federación, los Estados y los municipios, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos. La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública, y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos”.
La pasada administración estatal dejó en claro el daño al erario que individuos irresponsables y con poder pueden hacer. Morena tiene una promesa de honestidad y transparencia que debe cumplir con el estado que le dio el triunfo. Si el compromiso con el Partido Verde era que sus niños jugaran a ser políticos, de verdad, se cumplió y deben pasar la página, porque después no podrán decir que no lo sabían y entonces serán cómplices.