LA NOTA ROSA
Por Flor Tapia
El turismo como sector productivo debe ser sostenible y asumirse como una necesidad no negociable. En Quintana Roo se habla de una pronta recuperación económica post pandémica, sin embargo, a pesar del discurso gubernamental que insiste en el manejo de una política sensible y comprometida con el medio ambiente, con cada administración aumenta el desinterés y la irresponsabilidad en materia de medio ambiente.
Nuestros gobiernos jamás han apostado por el desarrollo turístico de las comunidades mayas. No les importa, porque estas, sólo sirven para dar su voto. Para el político promedio, una caminata con guayabera impoluta o vestido típico, es el esfuerzo más comprometido que están dispuestos a hacer en estas poblaciones. No se identifican en absoluto con ellas. Ruegan a sus asesores relamidos no tener que regresar, porque, como dijera alguna diputada “siento muy feo verlos tan jodidos y no poder darles nada”. La pobre no sabía que su trabajo consistíaprecisamente en legislar para mejorar las condiciones de estas poblaciones. Creo que, hasta el día de hoy, lo ignora.
El turismo rural o turismo de naturaleza puede contribuir como una opción viablepara generar riqueza. El turismo rural se define “como los viajes que tienen como propósito el realizar actividades de convivencia e interacción con una comunidad rural, en todas aquellas expresiones sociales, culturales y productivas cotidianas de la misma”.
A la vez el turismo rural convive en perfecta armonía con la sustentabilidad y el aprovechamiento de los recursos naturales. Brinda una dignificación de las comunidades y su identidad cultural. El turismo rural promueve la forma de vivir de cada población. Pero también puede rescatar desde los talleres: la gastronomía, el misticismo, las leyendas y los rituales heredados de nuestros antepasados. El aprendizaje del dialecto. La preparación y el conocimiento de la medicina tradicional. La artesanía y la fotografía rural.
Pero esta propuesta, como muchas otras, necesita de la voluntad, habilidad y compromiso de las autoridades. Y es ahí en donde las cosas se atoran. Porque salvo excepciones, la mayoría carece de las tres.