Siempre fui un rebelde”, dice Tirso Esquivel, el hoy secretario de Desarrollo Urbano y Ecología de Puerto Morelos. Cuenta en entrevista que se costeó los estudios de abogacía trabajando como periodista y que ha encontrado el gusto en contribuir con la ciudadanía desde sus años en la Visitaduría de los Derechos Humanos.
―Cuéntenos, ¿cómo ha sido su camino para llegar a la política?
―Fíjate que entré al mundo del periodismo después de cursar en varias preparatorias, y me apasionó el tomar contacto con tanta información, tanta gente y conocer el mundo de las noticias; sin embargo, sentía que necesita formarme con una carrera. Y recordé las palabras de mis padres, que siempre me alentaron a ser un hombre justo, amparar al desvalido, y comencé a estudiar derecho en Universidad La Salle.
―¿Cómo hizo para estudiar? ¿Le ayudaron con la universidad?
―Estudié con mis propios recursos mientras trabajaba como reportero. Fue una de las etapas de mi vida más duras, y también, de las más felices: estaba construyendo algo importante para mí, para mi familia y para los demás. A dos años de terminar la carrera me invita un profesor, con quien todavía tengo contacto, a trabajar en el juzgado federal.
―¿Qué nos puede recordar de esa etapa?
―Empecé desde abajo: costurando expedientes y desarrollé todo tipo de tareas: notificador, mandar oficios y analizar expedientes. Estuve cinco años hasta que decidí abrir mi propio despacho y en poco tiempo, porque me gustan los equipos, éramos seis los que trabajábamos en esa oficina pequeña, pero de intenso trabajo.
―¿Qué le dejó ese trabajo?
―Me encontré con muchas injusticias en mi trabajo como abogado, y gracias a un político amigo, comencé a dar asistencia a mucha gente que no tenía para pagar un abogado. Me indigné con el sistema de justicia y fue así que comprendí que, desde la política, es el lugar desde el cual se pueden hacer posibles los cambios para la comunidad, para el estado y la nación.
“El mayor privilegio fue desempeñarme como segundo visitador de los Derechos Humanos en el Estado”
―¿Y cómo aparece la política?
―En un proceso electoral formé parte de un equipo jurídico que logramos defender la decisión popular y ya estaba inmerso en el mundo de la política. Vino una época difícil en mi vida: me quedo sin trabajo, me divorcio y entré en crisis. Monté un despacho en Tulum. Después de eso tuve una oportunidad en el Congreso del Estado que tomé como parte del equipo jurídico, y fue así como comencé a trabajar de cerca con la hoy presidente municipal de Puerto Morelos: Laura Fernández.
―De ahí, ¿qué siguió para usted?
―El mayor privilegio laboral hasta ahora fue desempeñarme como segundo visitador de los Derechos Humanos en el Estado, donde pude palpar no sólo lo que es servir, sino lograr justicia y defender a los ciudadanos de tantos atropellos. Tengo los mejores recuerdos de esa etapa, cuyo mayor éxito se vio reflejado en ser nominado para recibir un premio nacional, al haber descubierto en el DIF una cárcel para niños. Soy padre de cinco hijas y en cada uno de esos niños veía a mis niñas. Eso como sociedad no podemos tolerarlo ni repetirlo. Siempre fui un rebelde y me fui haciendo incómodo para muchos, porque siempre puse ante todo los valores que me inculcaron mis padres. No duré mucho y fui removido por ser incómodo.