Para Tirso Esquivel, titular de Desarrollo Urbano y Ecología en el municipio de Puerto Morelos, nada ha sido fácil: nació con una sola oreja y enfrentó la crueldad del bullying en la escuela siendo un niño. Desde ahí pudo transformar lo que para otros era una debilidad en fortaleza. Con total apertura se entrega a una entrevista con Grupo Pirámide.
―¿Dónde están sus raíces?
―Soy hijo orgulloso de Chetumaleños. Mis raíces están en el Sur del Estado. Mi historia comienza con mi bisabuelo Espiridión Esquivel, quien a mano alzada supo abrir caminos para funda lo que hoy es conocido como Ruta de los Cenotes. Por azares del destino yo nací en la Ciudad de México y desde mi primer año de vida vivo en Quintana Roo.
―De sus abuelos, ¿qué nos puede contar?
―Mi abuela fue costurera y mi abuelo desarrolló los trabajos más diversos, pero acaso los más significativos: pescador y chiclero, algo que digo con orgullo porque son las actividades que hicieron grande a este Estado. Dos trabajos que forman parte de las primeras lecciones que recibí de mi padre: respetar la naturaleza, tomar de forma responsable lo que nos ofrece y ganar el pan con el sudor de la frente.
―Cuéntanos, ¿cómo fue tu niñez?
―Desde niño tuve que ser fuerte. Nací con una sola oreja y he enfrentado, desde los 8 años, muchas operaciones. Recibí todo tipo de apodos, lo que hoy llaman “bullying”, algo que es normal en edad escolar, y estoy seguro de que ha sido mi mayor bendición: me hizo poder aceptarme y poder enfrentar la vida sin temores.
―¿Cómo ha sido tu vida ya de adulto con este tema?
―A los 28 años tomé la decisión de raparme, porque antes intentaba ocultar mi padecimiento congénito, pero la vida nos pone a todos frente al espejo y desde entonces mi vida ha cambiado para mejor. Como dice una frase, “no importa cuántos golpes te da la vida, sino cuántos puedes resistir y seguir.
Vida y familia
―¿Cómo está constituida su familia?
―Mi esposa se llama Brisa del Mar, mi compañera de vida con la que formamos a cinco hijas y es el motor de mi vida, la luz de la casa y reina de mi corazón. Somos como muchos una familia ensamblada que cada día disfrutamos del privilegio de vivir en este paraíso que es Quintana Roo.
Desde pequeño fui un apasionado por los patines, concursé en muchos torneos y es el momento en el que siento algo inexplicable: el viento en el rostro, los movimientos rápidos y la confianza de saber que puedo alcanzar mis metas.
―¿Cuál ha sido tu sueño?
―Desde niño fue siempre ser arquitecto: amo lo que se construye, y la vida me daría la posibilidad de hacerlo desde otro espacio, por ejemplo ahora, que estoy en Desarrollo Urbano, donde hemos podido trabajar gracias a la invitación de Laura Fernández, en el futuro de Puerto Morelos. Nos ha tocado poner las bases para el futuro que viene para este municipio.
―Nos contaron que tienes un pasado en los medios de comunicación
―Entré al mundo del periodismo después de cursar en varias preparatorias, y me apasionó el tomar contacto con tanta información, tanta gente y conocer el mundo de las noticias; sin embargo, sentía que necesita formarme con una carrera. Y recordé las palabras de mis padres, que siempre me alentaron a ser un hombre justo, amparar al desvalido, y comencé a estudiar derecho en Universidad La Salle. Lo hice con mis propios recursos, mientras trabajaba como reportero. Fue una de las etapas de mi vida más duras y también más felices: estaba construyendo algo importante para mí, para mi familia y para los demás.
Empezar desde abajo
―Se puede decir que empezaste desde abajo…
―Trabaje en Juzgado federal, empece desde abajo, Costurando expedientes y desarrollé todo tipo de tareas: notificador, oficial judicial, hasta analizar expedientes. Estuve cinco años hasta que decidí abrir mi propio despacho y en poco tiempo, porque me gustan los equipos, éramos seis los que trabajábamos en esa oficina pequeña, pero de intenso trabajo.
―Ya después vino tu trabajo en política…
―Me encontré con muchas injusticias en mi trabajo como abogado, y gracias a un político amigo, comencé a dar asistencia a mucha gente que no tenía para pagar un abogado. Me indigné con el sistema de justicia y fue así que comprendí que, desde la política, es el lugar desde el cual se pueden hacer posibles los cambios para la comunidad, para el Estado y la Nación; Tuve la oportunidad de ser Segundo Visitador de los Derechos Humanos, donde emprendí una férrea defensa en los derechos de los niños, de los trabajadores y combatí las prácticas de tortura y discriminación. Eso, me llego a ser nominado a ocupar el premio nacional de los Derechos Humanos.
―No todo debe haber sido fácil…
―En un proceso electoral formé parte de un equipo jurídico que logramos defender la decisión popular y ya estaba inmerso en el mundo de la política. Vino una época difícil en mi vida: me quede sin trabajo, me divorcie y entré en crisis. Monté un despacho en Tulum.
Después tuve una oportunidad en el Congreso del Estado que tomé como parte del equipo jurídico, y fue así como comencé a trabajar de cerca con la hoy presidente municipal de Puerto Morelos: Laura Fernández.