Grandes ciudades por todo Estados Unidos han declarado en la tarde del sábado el toque de queda en un intento in extremis de contener antes de que sea demasiado tarde una escalada de violencia callejera sin precedentes recientes en cuanto a intensidad y extensión. La muerte de George Floyd, un hombre negro, a causa de una brutal acción de un policía blanco de Minneapolis, ha encendido por quinto día consecutivo la mecha del resentimiento racial en el país. Las manifestaciones han destruido comercios y edificios públicos desde Washington hasta Los Ángeles. El enorme despliegue policial por todo el país para contener la ira ha llegado hasta desplegar fuerzas militares de la Guardia Nacional en varios Estados.
Cerca de la medianoche en Indianápolis, Indiana, el jefe de policía informó de que tres personas habían sido alcanzadas por disparos durante las protestas y una de ellas había muerto, informó el Indianapolis Star. Se trata del suceso más grave hasta el momento desde que comenzaron los disturbios hace cuatro días y se generalizaron por todo el país hace dos. El jefe Randal Taylor pidió a todos los habitantes de la ciudad que evitaran el centro y acusó a un pequeño grupo violento de ser el causante de los destrozos.
Los Ángeles, la ciudad a la que mira todo el país cuando hay una protesta racial por haber sido el escenario de los peores disturbios del siglo pasado, hace 28 años, ha anunciado un toque de queda en el centro de la ciudad a las 17.30 (2.30 hora peninsular española) para que entrara en vigor a las 20.00. En la noche del viernes, una pequeña protesta que apenas ocupó cuatro calles del centro había provocado amplios destrozos en comercios y se había saldado con 533 detenidos y seis policías heridos. A media tarde era evidente que la protesta de este sábado, esta vez en varios puntos de la ciudad, era más numerosa y violenta aún. A las 19.00 (hora local), Los Ángeles ha anunciado que el toque de queda se extendía a toda la ciudad y a los municipios cercanos.
El propio alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, ha pronunciado las palabras en las que todo el mundo estaba pensando al decir en televisión que no había vivido una situación tan grave desde los disturbios de 1992, cuando murieron al menos 60 personas en las calles de la ciudad. Nada más entrar en vigor el toque de queda, Garcetti ha pedido al gobernador de California que movilizara la Guardia Nacional (un ejército estatal de voluntarios reservistas) para ayudar a controlar las calles de la ciudad. Se esperaba que llegara un millar de soldados a medianoche. A las 22:30 locales, el gobernador declaró el estado de emergencia en el condado de Los Ángeles.
A pesar del gigantesco despliegue policial, la manifestación más numerosa se ha concentrado en la zona turística de Fairfax, donde se encuentran el Farmers Market y el centro comercial The Grove. Allí los manifestantes se han enfrentado abiertamente a la policía, han quemado un vehículo oficial, han intentado entrar en los estudios de la CBS y han asaltado tiendas en el centro comercial. Entrada la noche, los enfrentamientos continuaban con intensidad en al menos dos focos en la ciudad.
En Minneapolis, la ciudad donde ocurrió el suceso original el pasado lunes y desde donde se ha extendido la indignación a todo el país, se ha vivido el sábado la segunda noche de toque de queda. Centenares de jóvenes de distintas razas han vuelto a desobedecer la orden y marchado en manifestación por distintos puntos de la ciudad, pero se encontraron con una respuesta más contundente por parte de la policía de la Guardia Nacional desplegada, que después de las ocho lanzó gas lacrimógeno.
En el que ha sido epicentro de los disturbios esta semana, la comisaría del llamado tercer precinto, el paisaje era desolador el sábado. Prácticamente todos los inmuebles a lo largo de cinco manzanas en la calle Lake estaban quemados, algunos derruidos: restaurantes, tiendas, una oficina bancaria y un lugar muy simbólico en esta crisis: El Nuevo Rodeo. Se trata del club latino donde tanto el afroamericano George Floyd como el agente acusado de homicidio en tercer grado habían trabajado como vigilantes nocturnos un año atrás. Hoy solo quedan el esqueleto y el rótulo.
Dommilli, un joven afroamericano de 31 años, defendía las revueltas. “Llevamos intentando hacer esto de forma pacífica desde Martin Luther King, y se lo hicieron pagar, esta es la única manera, lo hemos probado de muchas”.
Pasadas las ocho de la tarde, entre 200 y 300 jóvenes se concentraron de forma pacífica frente a la comisaría quemada el jueves, con la rodilla hincada en el suelo, en recuerdo del modo en el que Floyd se fue al otro mundo, inmovilizado en el suelo con la rodilla de un agente apretándole el cuello. Coreaban su nombre, “George Floyd”, gritaban “no puedo respirar”, sus últimas palabras, y también el lema conocido: “Las vidas negras importan”. Luego marcharon calle arriba y calle abajo durante horas. “¡Esto es una guerra! Quien no sea consciente, gracias por sus servicios, apártense a la acera”, arengaba uno de los cabecillas de la protesta, sobre las diez de la noche. La Guardia Nacional dispersó a los últimos que quedaban por la zona poco después.
Chicago, Denver, Philadelphia, Cleveland, Portland, Rochester (Nueva York), Milwaukee, Salt Lake City y Miami también han decretado toques de queda en la noche del sábado. El toque de queda sirve como instrumento legal para que la policía pueda detener a cualquier persona solo por el hecho de estar en la calle, sin causa aparente. Su uso es muy excepcional, solo en situaciones de violencia generalizada o en grandes desastres naturales, para evitar pillajes. Un recuento de Associated Press cifra en 1.400 los detenidos en 17 ciudades de Estados Unidos en estas protestas, sin contar la noche del sábado.
La Guardia Nacional también se ha desplegado en Texas y Colorado y en la capital del país, Washington DC, donde una nueva protesta se ha concentrado frente a la Casa Blanca. En vez de llamar a la calma, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha echado más leña al fuego el sábado por la mañana con una serie de tuits en los que decía que había visto la operación táctica de contención de los manifestantes desde su residencia y que si alguien intentaba entrar, los Servicios Secretos (cuerpo policial de protección del presidente) “se echarán sobre ellos rápido, no sabrán por dónde les ha venido”.
Cientos de personas se han vuelto a concentrar frente a la Casa Blanca gritando “¡sin justicia no hay paz!” y “¡no puedo respirar!” (las últimas palabras de Floyd antes de morir, mientras el policía Derek Chauvin le presionaba el cuello con la rodilla durante casi nueve minutos). La policía ha tratado de dispersar la protesta con gases lacrimógenos, pero los manifestantes se han mantenido en el lugar entrada la noche.
Algunas de las escenas de mayor violencia se produjeron en Seattle, donde los manifestantes quemaron coches de policía y decenas de comercios en el centro de la ciudad, según la televisión local King 5. En Jacksonville (Florida), un agente fue trasladado al hospital tras haber sido “apuñalado o sufrir un corte” en el cuello, según informó el sheriff Mike Williams en declaraciones recogidas por la CNN. En Nashville, los manifestantes incendiaron el edificio de los juzgados. En Ferguson, Missouri, donde se produjo el anterior brote de disturbios raciales de características parecidas y por las mismas razones en 2014, el departamento de policía del condado comunicó que su sede había tenido que ser evacuada por los daños sufridos en la protesta del sábado.
Pasada la medianoche en la costa Este, todas las manifestaciones del país seguían activas y dispuestas a continuar de madrugada.
Fuente: El pais