En la clase política del estado hay una coincidencia casi generalizada cuando se señala a la peor administración municipal: casi todos dicen que es la de la morenista Laura Beristain, en Solidaridad. Pero esa coincidencia se ha puesto en serio riesgo por los últimos desaciertos del gobierno de Víctor Mas Tah, en Tulum, que parece querer disputar ese incómodo espacio político.
El alcalde, que surgió de la alianza entre el PAN y el PRD, volvió a ser noticia esta semana por el cambio de uso de suelo de 1600 hectáreas que impulsó en el municipio, en condiciones totalmente irregulares. Los cambios, que el Cabildo aprobó sin chistar, se hicieron en la época navideña, al más viejo estilo del “cabildazo” priísta.
Las quejas sobre el tema surgieron desde el Colegio de Ingenieros y Arquitectos del municipio, desde donde se denunció que al menos la mitad de esas hectáreas están sobre ríos subterráneos y zonas de gran fragilidad ambiental. Pero nada de eso importó.
Las discusiones sobre este tema, sin embargo, ya eran un dolor de cabeza para grupos ecologistas y diversas instancias de Gobierno desde hace mucho tiempo. Los foros sobre el “Programa de Ordenamiento Territorial, Ecológico y de Desarrollo Urbano de Tulum”, donde se debían discutir de fondo estas cuestiones, están plagados de quejas desde el inicio.
La primera de esas quejas es claramente legal: el mencionado programa va en contra de las leyes federales. Y no se trata de una queja de ecologistas fundamentalistas, como se quiso vender en algún momento. Desde julio, la propia Semarnat dijo que no iba a participar de esos foros porque la ley que le da vida a ese Programa, no está apegada a la Ley General de Equilibrio Ecológico (LGEEPA).
La negativa de Semarnat se hizo explícita en un oficio que recibió la Secretaria de Medio Ambiente del estado en julio pasado. Antes de eso, el Grupo Ecologista del Mayab (GEMA) había ya sido muy crítico con ese instrumento legal, que es la Ley de Asentamientos Humanos, Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano del estado.
“Este documento surge de manera unilateral del Gobierno del Estado de Quintana Roo y no hubo ni consulta, ni talleres, ni un grupo interdisciplinario”, denunció, sin ambages, GEMA.
En medio de esa confusión, Víctor Mas le agregó a Tulum 80 mil viviendas de un plumazo.
UNA SERIE DE HECHOS DESAFORTUNADOS
Pero ese cambio de uso de suelo es apenas el punto más llamativo de una serie de desaciertos que ha tenido el gobierno de Víctor Mas, y de los cuales La Opinión ha dado cuenta de manera puntual.
Veamos algunos de esos hechos.
- A inicio de 2019, el gobierno de Tulum contrato dos “asesorías” por montos muy similares, de alrededor de 1.3 millones de pesos cada una. Lo más extraño, es que una de esas empresas, Naima Comercializadora S de RL de CV, se contrató para una “Evaluación Especifica de Desempeño de los Programas Presupuestarios con fuente de financiamiento del Fortaseg de ejercicio 2018”, aún a sabiendas de que en 2019 y 2020 no se recibirían recursos de ese fondo.
- En 2018 se recibieron 15 MDP por Fortaseg en Tulum. ¿Para qué gastarse casi un 10% de ese monto para saber cómo se utilizó un fondo que ya no se va a recibir? La respuesta no tiene misterios: se trata de una de esas “asesorías” políticas cuyo destino sólo es ayudar a algún amigo.
- En su Ley de ingresos 2020 el municipio logró que se le aprobara un aumento del 50% a la alícuota del Impuesto sobre Adquisición de Bienes Inmuebles, el conocido ISABI. También, hubo un cambio de tablas catastrales que llevó a un aumento de 9% del predial.
Todo eso es documentación pública. Como se ve, las cifras son muy parecidas a las que proponía Solidaridad. Pero el escándalo político alrededor del tema fue muy dispar en ambos municipios. Lo de Tulum pasó, literalmente, de noche.
Antes de eso, el 6 de diciembre, se realizó la Trigésimo Primera sesión ordinaria de Cabildo (que no se transmitió por Facebook, como todas las demás) en la cual se aprobó por unanimidad “realizar un contrato con la empresa financiera Ratings de México S. A de C.V. para hacer una evaluación crediticia del Ayuntamiento para la gestión de recursos”.
De manera extraña, tanto los regidores como el alcalde dijeron que no era una evaluación para contratar deuda, lo cual parece querer encontrarle un nuevo sentido al término “calificación crediticia”, las cuales se hacen, específicamente, para conocer la capacidad de endeudarse de un ente público.
Por supuesto, la culminación de eso fue la que tenía que ser. De acuerdo al Anexo 3 de la Ley de Ingresos 2020 del municipio, Tulum podría acceder a una “deuda contingente” por un monto de hasta el 4% de sus ingresos totales. O sea, la evaluación finalmente sí era para endeudarse.
Los ingresos para 2020, según esa misma ley, son de 722.5 millones de pesos, o sea que el monto del endeudamiento permitido será de hasta 30 millones de pesos.
Eso, en un municipio que en 2019 recaudó un 25% más de lo proyectado, y que tiene un presupuesto en 2020 que es superior, por ejemplo, al de Cozumel. O sea, un endeudamiento que es totalmente innecesario.
Víctor Mas tendrá el dudoso honor, entonces, de ser el primer alcalde que endeude a Tulum.
EL PEOR ALUMNO, O EL PROTEGIDO
La dinámica de esta serie de tropiezos es concluyente: estamos en presencia de un gobierno que está en caída libre hacia el desorden ambiental y financiero. Pero, paradójicamente, quizá esa caída no abarque el futuro político del alcalde.
Por mucho menos de lo que aquí se ha mencionado, se ha crucificado sin piedad, de manera política y mediática, a los gobiernos de Laura Beristain, en Solidaridad; Otoniel Segovia, en Othon P. Blanco, y hasta Mara Lezama, en Benito Juárez.
No se trata, por supuesto, de que esas administraciones no merezcan algunas o todas las críticas que se le hacen. Pero también es llamativo que justamente esos tres gobiernos compartan el “pecado original” de ser de MORENA.
Eso lleva al otro punto. Hoy, lo que mantiene en pie al proyecto político de Víctor Mas Tah es sólo la formidable protección política y mediática con la que cuenta. En este momento estamos ante la disyuntiva de saber si es el peor alumno del Cambio, o el alcalde más protegido del estado. O quizá ambas cosas.
Tulum se convirtió en los últimos años en una joya turística de talla mundial. Un caos ambiental y de deuda sólo apurarán y agravarán una crisis que ya parece inevitable. En ese supuesto, ya no habrá protección política ni mediática que tenga sentido.
Pero nada de eso importa hoy. Ya parece una maldición la cantidad de veces que en la política de Quintana Roo se tropieza con la misma piedra.