Mesa Chica
Por Hugo Martoccia
Uno de los grandes problemas que han tenido los partidos opositores en el estado en su corta historia, ha sido que comienzan a perder las elecciones mucho antes de tiempo. La primera señal, siempre, tiene que ver con las leyes y las instituciones electorales.
El PRI, en sus años de poder, hacía reformas electorales o cambios institucionales que sólo les beneficiaban a ellos. La oposición, normalmente, o no se daba cuenta o no podía hacer nada. Así, el tricolor hizo del Instituto Electoral del estado (Ieqroo) una rama más de su aparato de operación electoral, y del Tribunal Electoral (Teqroo) un brazo jurídico de la “defensa del voto”. Y así ganaba una y otra vez las elecciones.
A tres años de la sucesión gubernamental, y a dos de las elecciones municipales, el lopezobradorismo empieza a mirar minuciosamente ese entramado institucional que le será, seguramente, adverso. Y busca la estrategia para que eso no suceda.
No hay demasiadas opciones. La estrategia pasa porque el magistrado del Teqroo, Víctor Vivas, no se quede con la presidencia de ese organismo en ninguno de los procesos electorales. Hay opciones para hacerlo.
Por otra parte, se podría buscar cambiar a Nora Cerón, la actual presidente, cuyo período como magistrada vence en diciembre de 2020, por un magistrado más cercano a los intereses del lopezobradorismo. O al menos no abiertamente oficialista.
La otra opción es lograr un acuerdo político con Cerón para ratificar su relección como magistrada, a cambio de su apoyo en la presidencia a alguien más. La decisión sobre la continuidad de Cerón está en el Senado, manejado por Morena.
la buena noticia para Morena es que, por primera vez, un partido de oposición tiene cómo operar en esos ámbitos electorales. Controla, con sus aliados, el Congreso local, para cambiar la ley, y podría, con otras alianzas, alcanzar los votos necesarios en el Senado. En esos ámbitos será donde se decida este juego.
La elección del pasado dos de junio le dejó al lopezobradorismo una enseñanza muy clara: ambos organismos electorales son capaces de hacer cualquier cosa, incluso violar abiertamente la ley, para quitarles el triunfo.
Lo demostraron una y otra vez en los últimos meses, haciendo todo lo que estuvo en sus manos para que a Morena no se le otorgara la tercera plurinominal, que los votos le habían dado.
El Ieqroo llegó, incluso, a cambiar la forma en que se cuentan los votos para que Morena no tuviera ese diputado. El Teqroo, con el mismo objetivo, desempolvó una teoría ya desechada por el TEPJF el año pasado (la proporcionalidad pura) e intentó no sólo disminuir la bancada de Morena, sino quitarle un lugar en la Junta de Coordinación Política del Congreso al Verde Ecologista.
En el morenismo analizan que la situación actual es electoralmente favorable, pero tiene sus riesgos. El gobernador Carlos Joaquín no tiene candidato en su propia fuerza política. Pero lo que sí tiene un gobernador es “poder de veto”.
El gobernador podría no participar de forma activa por un candidato, pero sí vetar a otro. Para una operación de ese tipo, tener al Ieqroo, y sobre todo al Teqroo, de su lado, sería fundamental.
Un dato no menor son los nombre propios involucrados en estos hechos. Dos de los damnificados de esas operaciones político-electorales fueron los diputados Edgar Gasca, de Morena, a quien le quisieron quitar la diputación, y Gustavo Miranda, del Verde, a quien intentaron dejarlo sin presidencia de la Jucopo.
Los nombres de sus “verdugos” son los de los magistrados Cerón y Vivas, que jugaron de manera dual durante el proceso, pero al final terminaron abiertamente contra Morena. Ellos dos son los objetivos del lopezobradorismo.
Cerón es la presidente del Teqroo hasta diciembre de 2019, y no puede repetir en el cargo. En diciembre de 2020, además, vence su periodo de magistrada. El Senado, con las dos terceras partes de los presentes, elegirá otro magistrado, o decidirá su relección.
En diciembre de 2019 se elige al nuevo magistrado presidente del Teqroo, con el voto de los tres magistrados. Se deberá decidir entre Carrillo y Vivas. El que gane, estará al frente dos años, hasta diciembre de 2021, por lo que sería el que llevaría las riendas de la elección de ayuntamientos de ese año. La opción de Víctor Vivas no convence al morenismo.
Para la elección de 2022, la de la sucesión gubernamental, habría un nuevo presidente. En ese caso sería Nora Cerón o quien la haya remplazado o Claudia Carrillo, si no fue electa presidente en 2019 (porque no puede repetir en la presidencia).
Ahora, está lo que puede hacer el lopezobradorismo para evitar que el Teqroo sea un enemigo. Una opción es reformar la Ley de Instituciones y Procedimientos Electorales del estado, y volver a tres años la presidencia del Teqroo.
En ese caso, en diciembre de este año, se debería elegir como presidente a Claudia Carrillo Gasca, y así los dos procesos electorales siguientes quedarían bajo su presidencia.
Para que eso suceda, la magistrada necesitaría el voto de Nora Cerón, que podría tomar esa decisión por el enfrentamiento que tiene con Víctor Vivas. También, podría ser parte de un acuerdo de Nora Cerón con Morena, para que el Senado la relija. Hay que recordar que el lopezobradorismo no tiene los dos tercios del Senado (le faltan ocho votos) pero no hay forma de ser electo o relecto sin su apoyo.
La otra opción, sin cambiar la ley, es elegir a Claudia Carrillo por dos años y que el Senado, en diciembre, no relija a Nora Cerón y vote por una magistrada/o más afín a sus intereses, para que presida en la elección de 2022 hasta diciembre 2023. Vivas ya no podría ser presidente porque su periodo como magistrado vence en noviembre de 2022.
En ese caso, el lopezobradorismo evitaría que Cerón y Vivas conduzcan al Teqroo en las próximas elecciones, lo cual es una prioridad.
Por lo pronto, lo que Morena y sus aliados sí han comenzado a entender, es que el primer capítulo de la sucesión gubernamental de 2022 empieza a escribirse en diciembre, y ellos no pueden estar ajenos.