La campaña y la intención de voto

A TIRO DE PIEDRA
Por Julian Santiesteban

La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte
Immanuel Kant

Acostumbrados a que los mítines políticos se hacen con invitados atraídos por la dádiva –acarreados pues-, los políticos han acuñado un dicho que reza así: “mitin no es intención de voto”; y además conforme avanza la campaña el discurso parece irse agotando, quedando la certeza de que, si las virtudes y propuestas de los contendientes fueran todas reales, la mitad de los problemas del país debieran haberse resuelto hace décadas.

Educación, seguridad, vivienda, mejores salarios, oportunidades laborales dignas y un desempeño honesto y puesto al escrutinio ciudadano, constituyen la oferta básica de todos los abanderados y es así porque el insumo básico es la “jodidez” de la población, como si mantener al país en esa situación fuera condición sine qua non para tener algo que ofrecer, con la certeza de que, si se modificara, no habría qué proponer.

Ante tanta propuesta cíclica, la reacción desde la ciudadanía ha sido “ellos hacen como que proponen y nosotros como que les creemos”, por ello el esfuerzo de los asesores se funda básicamente en decir lo mismo, pero de manera novedosa, incluyendo –si se quiere ser exitoso- alguna problemática específica que haga parecer que todo lo ofrecido constituye un compromiso, aunque como indica la estadística, un tercio de los votantes ya ha decidido su voto, la mitad decide a la hora misma de emitirlo y los candidatos pelean en realidad por el sector en indefinición, que no ha decidido siquiera si acudirá a las urnas.

El proceso electoral federal presenta sin embargo condiciones que lo hacen atípico, con un candidato puntero que lo ha sido desde antes incluso de arrancar la etapa de propuestas, pero esa preferencia es real, no al viejo estilo priísta, pues el convicción es verdaderamente ciudadana por el hartazgo y decepción de gobiernos inoperantes y corruptos; pero en lo local, el caso específico de Quintana Roo, también hay rasgos particulares que son interesantes de estudio, por el incierto resultado y porque será el primer proceso que se realice con un gobierno de alternancia en el poder.

De entrada, los candidatos “oficiales” están obligados a demostrar que la administración de Carlos Joaquín González sigue teniendo la legitimidad que lo llevó al poder en 2016, pero se enfrentan con el fenómeno que representa la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. Independientemente del “arrastre” de las campañas presidenciales, Morena no ha colocado cuadros competitivos, así que la lucha no luce tan dispareja. Veremos pues la fortaleza de un gobernante local que requiere legitimar su gestión con miras a las elecciones legislativas de 2019, contra el fenómeno nacional que ya advirtió que, en Quintana Roo “arrasará por paliza.”

Pero al final, a días de que inicien las campañas por las once alcaldías y transcurrido un mes de las campañas federales, destaca que por primera vez en muchos años los ciudadanos tienen alternativas reales de gobierno, así que la decisión de optar por una u otra es una decisión absolutamente individual, aunque llegue la hora de la bonanza, en que despensas, tortas y playeras, se reparten con tanta abundancia que generan en el colectivo imaginario de que la buena época realmente llegó; la decisión es de usted, estimado lector.

COMENTARIO MORBOSO

A propósito de actores y procesos electorales, aunque la atención pública se ha centrado en los ataques que “desde el poder” está teniendo José Luis “Chanito” Toledo Medina, hay otro contendiente oficial que también padece de esa campaña negra, y es el ex jefe de Despacho del gobernador, Miguel Ramón Martín Azueta, candidato a diputado federal por el distrito 01.

Y es que el “torpedeo” en contra del ex edil de Solidaridad provienen del mismo grupo que ataca a Chanito y básicamente por los mismos motivos: el éxito de su avance a nivel de “tierra” y el renacimiento político que ha tenido, que lo coloca como uno de los actores más vigentes en la geografía estatal, lo cual sin duda causa temor entre aquellos que se sienten con derecho a decidir quién gana y quién no.

Esa sistemática actuación ya bastante identificada, proveniente de quien pretende dar Luz desde las tinieblas, está generando al final el efecto contrario, y el triunfo de sus víctimas pudiera realmente amenazar a quien profiere los ataques ¿se imagina el lector, si Chanito y Miguel Ramón optan al final por una asociación estratégica? Fenómenos políticos como esos, son difíciles de contener; así se observa desde aquí, A Tiro de Piedra. Nos leemos en la próxima.

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