POR LUIS FERNANDO CABRERA CASTELLANOS
Dice nuestro Chetumaleño Aguilar Camín que conoce a la Universidad de Quintana Roo desde que era tan sólo un aplauso. Una referencia al hecho de que, cuando en algún evento público se mencionaba la posibilidad de su creación, los asistentes aplaudían al escuchar ese nombre. Es una historia hermosa y representa los anhelos de una sociedad que deseaba tener un Alma Mater; una institución que dotara a los jóvenes quintanarroenses de la formación de excelencia que les evitara emigrar a otros estados y les capacitara para conducir los destinos del nuestro.
Finalmente, ese aplauso se convirtió en una institución que hoy acumula 25 años de existencia. Un número suficiente para evaluar el desempeño de la Universidad y preguntarnos sobre su futuro. Me gustaría empezar por este último y preguntar, ¿qué futuro debe tener la Universidad de Quintana Roo? Para mí, la respuesta es clara en lo inmediato: la Autonomía Universitaria. Dado que el tema es relativamente nuevo en nuestro estado, es pertinente hacer algunas aclaraciones al respecto.
La Autonomía de la Universidad no tiene relación con la autonomía financiera. Frecuentemente se confunden ambos términos, pero no son equivalentes. El financiamiento a la Universidad proviene de fuentes federales y estatales y estos montos se otorgan con o sin autonomía universitaria. El Estado mexicano garantiza los recursos (federales y estatales) suficientes para el mantenimiento de la Universidad de Quintana Roo.
Ante la actual coyuntura de cambio (y al parecer de golpe de timón) en el gobierno en nuestro estado, se rompe el tabú existente sobre el termino autonomía universitaria dado que el actual gobernador, Carlos Joaquín González, ha manifestado que las universidades deben tener esta categoría.
La autonomía universitaria implica un hecho simple: que la comunidad universitaria sea quien designe a los responsables de la conducción de la Universidad. Que sea la misma comunidad quien trace su destino.
Con las aclaraciones previas, conviene preguntarnos cuáles han sido los problemas más severos que ha enfrentado la UQROO en sus 25 años de existencia.
En mi modesta opinión, estos problemas han estado asociados, precisamente, al mecanismo existente para designar a los responsables de conducir los destinos de la Universidad. La Junta Directiva nombra al Rector; a los Coordinadores de las Unidades Académicas y a los Directores de División (aunque modificaciones a la Ley de Educación de nuestro estado realizados por Roberto Borge le otorgan al gobernador la prerrogativa de designar al rector).
Actualmente la Junta Directiva de la UQROO se integra con 4 profesores universitarios (nombrados por el Consejo Universitario) y 7 personas designadas por el gobernador del estado, por tanto y evidentemente, es el gobernador quien designa a las principales autoridades universitarias. Podemos afirmar que la gestión del gobernador Roberto Borge realizó cambios que restringen aún más la posibilidad de autonomía para la Universidad, dado que durante su gestión se aumentaron los integrantes externos en dos miembros (antes eran 5).
¿Por qué el gobierno de Roberto Borge limitó aún más las posibilidades de autonomía en la Universidad? Mi hipótesis es que por lo que más temen los políticos poco preparados o no honestos: la crítica. Desde las esferas gubernamentales se veía a la UQROO como una fuente de críticas. Para justificar decisiones se solía hablar de “los grupos de poder” en pugna en la UQROO o de “intereses ajenos” a la misma. No podían entender que una Universidad es pluralidad de ideas.
Ahora bien ¿Cuál es el problema de que el gobernador sea quien designe (de hecho, o de derecho) al rector de la Universidad? Si el gobernador en turno es una persona inteligente y tiene un equipo que coadyuve a una buena toma de decisiones, quizá nombre a un buen rector. Sin embargo, también puede suceder lo contrario (como en mi opinión es el caso con el anterior gobernador del estado) y se nombre a personas como los que Roberto Borge eligió y, en ese caso, podemos encontrar una alta correlación entre un mal gobernante y malos rectores.
¿Qué ofrece la Autonomía Universitaria a la UQROO?
En principio, le ofrece que la composición de la Junta Directiva ya no incorpore integrantes nombrados por el gobernador. Todos los miembros de la misma son académicos de la Universidad de Quintana Roo. La Junta Directiva (ahora integrada sólo por académicos universitarios) y no el Gobernador del estado, sería quien nombre al Rector de la Universidad;
Asimismo, la JD establece las formas de participación para que la comunidad docente, estudiantil y administrativa, participe en la designación del Rector, los Coordinadores de Unidad y los Directores de División.
¿Qué resultados concretos podemos esperar de la Autonomía Universitaria?
En principio, dado que el rector conoce el funcionamiento de la Universidad, deberán tenerse mejores resultados en el concurso por fondos federales y, con ello, mayores recursos financieros.
La acreditación de programas educativos y programas dentro del padrón de CONACYT deberán incrementarse;
Los indicadores relativos a académicos con posgrado y pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) deberán incrementarse (lo que de nuevo ayuda a obtener mayores fondos externos);
Se contratarán profesores con los mejores perfiles académicos (y no como ahora por “lealtadaes” al equipo del Gobernador), lo que redundará en mayor calidad y cantidad de investigaciones de los académicos universitarios;
Profesores de mayor calidad tambien proporcionarán una más sólida formación a los egresados de la UQROO y, con ello, éstos tendrán mejores posibilidades de ser contratados en el mercado laboral.
En mi modesta opinión: todos ganan con la Autonomía Universitaria. Sólo perderán quienes han intentado usar a la Universidad como una dependencia de apoyo político al equipo de un gobernador o como trampolín político para ocupar otros puestos.
Esperemos que ese aplauso que nos contaba Aguilar Camín, sea, verdaderamente ahora, en la Universidad Autónoma de Quintana Roo, el Alma Mater que los quintanarroenses aplaudían y soñaban desde entonces.