Por Juan Miguel Portillo
La geografía nunca fue mi fuerte en tiempos de estudiante. Pero con el paso de los años comencé a viajar y esto me provocó el deseo de ojear mapas y adquirir algunos conocimientos sobre el tema, unos útiles y otros nada más para hacerme el ilustrado en charlas con desinformados. Gracias a ello he podido sacar a mis amigos de algunas dudas geográficas y culturales, por ejemplo:
Que Trinidad y Tobago no es un dueto musical de antaño como Carmela y Rafael, o que Antigua y Barbuda no eran dos hermanas que se hicieron famosas en un circo, sino islas del Caribe.
Que por el Canal de Panamá no pasan programas de televisión de música guapachosa, sino barcos.
Que Chile, a pesar de ser un territorio de forma alargada, no debe su nombre al chile que tanto comemos en México. Yo de chico me preguntaba si la palabra Chile venía de la palabra chile o la palabra chile venía de la palabra Chile.
Que a las Islas Vírgenes las conquistaron y les metieron mano Gran Bretaña, Estados Unidos y España, o sea que su virginidad está en total entredicho.
Que el misterioso Triángulo de las Bermudas no es el título de una película de chicas en cueros.
Que el agua de jamaica sí procede de Jamaica pero al chile habanero y a las tortas cubanas en La Habana ni las conocen.
Que no es cierto el viejo refrán que dice que sales de Guatemala pare entrar a Guatepeor. Si sales de Guatemala entras a México o a Belice. Y éste último es justo el país que llamó mi atención.
No es que me atormente la intriga ni que pase noches de insomnio por la duda cruel, pero sí me provoca extrañeza que nadie, o casi nadie, habla en México de Belice, uno de los dos países con los que compartimos las fronteras del sur.
Puedo decir que no conozco a ninguna persona que haya nacido en esas tierras o que tenga algún antepasado o pariente beliceño. Tampoco recuerdo a alguien que me haya referido que tiene un amigo que a su vez haya oído hablar de otro que haya dicho ser originario de esas tierras o haya puesto un pie en Belice, mucho menos los dos.
Mi asombro tiene su principal origen en la inmediatez geográfica que nos vincula y que a nosotros nos parece absolutamente antiflogestínica, como dicen los entendidos lingüistas para referirse a lo que, por ser irrelevante, falto de interés y venial, acaba resultando descarapirofléctico, insipidificante y subestratodérmico.
Pues bien, ante esta curiosidad geográfico cultural y solamente para documentar mi ignorancia, me zambullí virtualmente por unos minutos en un poco de información sobre la nación que colinda con México y también con nuestra indiferencia.
Permítanme dos minutos de su lectura -no se van a arrepentir- para compartirles 7 datos interesantes que encontré, y les prometo que ya me voy:
- Belice alcanzó su independencia de Gran Bretaña en 1981, hace apenas 36 años.
- A pesar de ser un país soberano, su Jefe de Estado sigue siendo Isabel II de Inglaterra.
- Su extensión es comparable al estado mexicano de Tabasco.
- Su población es equivalente a la de una ciudad como Irapuato, Guanajuato.
- Menos del 5% de sus importaciones provienen de México, mientras que casi el 50% son de Estados Unidos. Los tenemos a un lado y prácticamente no les vendemos nada.
- En cambio ellos sí exportan a nuestro país muchos turistas. Aproximadamente 900 mil beliceños cruzan a México cada año con el fin de hacer compras y visitar playas turísticas como Cancún y Playa del Carmen.
- Belice es el único país de Centroamérica que tiene al inglés como idioma oficial. pero lo habla solo el 4% de la gente. Casi toda habla español.
Hay otros países cercanos a nosotros de los cuales sé también muy poco, pero Belice es mi vecino y es bueno que los vecinos se conozcan aunque sea para, llegado el caso, pedirse una tacita de azúcar. Y no lo digo nomás porque sí, en realidad me acabo de enterar que el azúcar es un producto base -no sólo en las recetas de muchos postres- sino también en la economía de ese país.
Por último me gustaría decirles que Belice está en el ranking de los 10 países cuya población goza de los mayores niveles de felicidad y satisfacción, razón por la cual afirman alegóricamente que viven muy… belices. Me gustaría decirlo pero no es verdad, eso me lo acabo de inventar.
Y como lo prometido es deuda, ya me voy.
@jmportillo